domingo, 29 de septiembre de 2013

Cómo ser un “Emprendedor 10”

emprendedor 10
Este verano que acabó ha sido tremendamente productivo en lo que se refiere a la creatividad.

Vacaciones, lo que se dice vacaciones, no he hecho. Se han dado una serie de coincidencias que, coincidiendo todas a la vez, han hecho difícil tomarme unas vacaciones. En cambio - como digo - y en contra a la velocidad y bullicio que alcanza la isla, para algunos agosto va más despacio y son momentos propicios para dedicarse a pensar.

Unos de los mejores hallazgos ha sido conocer a Alfonso Alcántara – bueno… a seguir su blog “yoriento.com” – un psicólogo, especialista en emprendimiento y desarrollo profesional.

Sus páginas están llenas de realidad y casos prácticos sobre todo lo relacionado con la creación de empresas y la empleabilidad.

Tiene una entrada a su blog muy buena llamada “Los últimos 10 consejos que vas a leer antes de emprender” y es que para Alcántara “el emprendimiento es como un continuo entre el trabajo por cuenta ajena y el trabajo por cuenta propia”. Con esta afirmación entiendo que se refiere a que nuestra actitud no debería cambiar a la hora de trabajar por cuenta propia o por cuenta ajena. Es posible que la dedicación horaria sea (un poco) distinta, ya se sabe, pero en teoría el interés o la motivación no puede/debe cambiar.

Si quieres emprender emprende. Por este motivo, no se puede estar mareando la perdiz de forma permanente. Los proyectos de nuevas empresas no se pueden masticar de forma indefinida porque corremos el riesgo de que se nos indigesten y que desistamos… aburridos.

El emprendimiento necesita tiempo pero no “todo” nuestro tiempo. La creatividad o la inspiración, como apuntaba al principio, nos puede llegar en cualquier momento, lo importante es mantener la actitud adecuada…

Recientemente lo comenté en varias ocasiones en un curso sobre emprendimiento en el que participé: una actitud emprendedora aumenta nuestra empleabilidad. Si vemos la empresa para la que trabajamos como algo nuestro, poco a poco y sin que nadie se dé cuenta (ni el jefe), nos convertiremos en imprescindibles.

Ya no existe el “trabajo seguro” comenta Alfonso Alcántara y “lo más seguro (actualmente) es arriesgarse”, hoy en día está más difícil aprobar unas buenas oposiciones que emprender y montar un negocio para que nos dé una rentabilidad aceptable.

La inspiración no nos va acompañar toda la vida, por este motivo, empieza… y ya – si eso – en su momento, nos iremos buscando la vida. En el momento cero de cualquier proyecto de empresa es imposible ser consciente de todas las vicisitudes que pueden aparecer en un futuro. Una frase que me gusta mucho es “Hecho, es mejor que perfecto” de jovencísimo padre de Facebook, Mark Zuckerberg.

Lo que tira para atrás a la mayoría de los proyectos es el tema de la financiación. Pero vamos a ver piltrafilla si no eres capaz de convencer a tus padres para que inviertan en tu proyecto cómo vas a convencer a socios o inversores… Por eso, es mucho mejor comenzar con algo “tangible” que la gente pueda ver y tocar, para comenzar a buscar seguidores para tu proyecto. Te aconsejo comenzar con este vídeo (el minuto 3:26 por muchas veces que lo haya visto me sigue emocionando)

Después de todo lo comentado y si te crees tan bueno ¿por qué no emprendes?. Que tu empresa no te paga lo que vales ¿por qué no emprendes?. Que el mercado está jo…o ¿por qué no emprendes y aprovechas que todo está más barato (locales, servicios a empresa, etc.)?

Hay mil formas de probar tu idea con un coste de fracaso más que razonable pero, además, ¿Y si sale bien?

Imagen: Flickr (The Commons)
(Publicado en la edición de papel de Ultima Hora de Ibiza y Formentera el 29/9/2013)

domingo, 22 de septiembre de 2013

¿Nanoeconomía?

nanoeconomia

Si eres habitual de este blog no te amedrentes por los cuatro primeros párrafos, no es un artículo ladrillo aunque se hace necesaria una pequeña introducción. Si tienes prisa pasa directamente a párrafo que empieza por “Pero ahora viene lo bueno…”.

En cualquier curso de economía, ya desde el minuto uno, te explican que vas a estudiar una ciencia que trata de hallar la forma más adecuada de repartir unos recursos, por definición escasos (nada tiene una abundancia infinita) para satisfacer unas necesidades – también por definición – ilimitadas, es decir, siempre queremos más. Incluso la gente buena se siente insatisfecha si, por ejemplo, no consigue hacer todo el bien que desearía (siempre quedan causas a las que apoyar, amigos a los que ayudar y desvalidos a los que socorrer).

Pero la “economía”, así en general, es un concepto muy amplio. Tras una primera introducción siempre aparecen dos de los grandes grupos en los que podríamos dividir la ciencia económica: macroeconomía y microeconomía.

La “macro” estudia el funcionamiento general de la economía en su conjunto. Estudia la economía de los países a partir de sus grandes mercados (bienes y servicios, dinero y trabajo) y se utiliza a nivel político para determinar cuáles pueden ser las mejores acciones a realizar para influir sobre la economía, y es algo que variará en función de los objetivos del gobierno de turno.

La “micro”, en cambio, no se centra en los países sino en comportamiento individual de las personas (familias, consumidores, trabajadores, etc.) y las empresas (productoras, inversoras, etc.). Mediante el estudio de los bienes/servicios producidos y precios a los que se oferta/demanda. Se intenta aproximar el funcionamiento de los mercados.

Pero ahora viene lo bueno, puesto que los estudiantes de economía sienten - algo que también me pasó a mí – tentados a suponer que la realidad se puede simplificar de tal manera que existan soluciones simples a problemas complejos: Si hago esto (como gobierno o como empresario), pasará lo otro y el resultado será este… Falso.

Más tarde o más temprano te das cuenta de que todo lo que te han enseñado, o te están enseñado (si eres más listo que la media… no es mi caso), no son verdades absolutas. ¿Que sirvieron o fueron ciertas en un determinado espacio-tiempo? Vale; ¿qué sirvieron para ganar algún Premio Nobel? De acuerdo; pero que en otro lugar, en otra época, con otros protagonistas o intervinientes, no tiene porqué serlo.

No es necesario que - en palabras del personaje de ficción Sheldon Cooper (The Big Bang Theory) – debamos trasladarnos a un universo paralelo. La teoría económica es eso “teoría” algo difícilmente experimentable y muy difícil de reproducir, “no es posible bañarse dos veces en el mismo río” que dijo Heráclito.

Mi curiosidad sin límites hacía que me sintiera inquieto al estudiar algo que – aparentemente - no servía para nada. Vamos a ver, la física te dice que el agua, en determinadas condiciones de presión atmosférica hierve a 100º. Eso es algo que entiendo y me resulta útil, pero ¿De qué me sirve estudiar los tipos de interés si unas veces se hace subir, otras hacen bajar y nunca sabes qué repercusiones tendrá?. O por ejemplo, porqué la gente está dispuesta a seguir comprando, a seguir pagando un precio superior por un bien que está incrementando su precio (burbuja). ¿Es que estamos locos?

Todo eran preguntas sin respuesta…

No sé si fue cosa del destino, de la casualidad o serendipa, pero el hecho que es que en un momento
de mi vida, buceando en una biblioteca pública, cayó en mis manos un libro titulado “Microeconomía y Conducta” de un autor, hasta la fecha desconocido para mí, llamado Robert H. Frank. A partir de ahí descubrí “la otra economía”. La de las personas, la cotidiana, la del día a día, es un libro de gran rigor matemático pero de una tremenda claridad social: el tiempo, la cantidad, el dinero no son los únicos recursos a tener en cuenta… de repente descubro que hay algo más. En todas nuestras decisiones hay un componente que no siempre es tenido en cuenta, se llama escasez. Toda decisión humana intenta resolver el problema de la escasez. Nuestro tiempo es escaso, el día sólo tiene 24 horas o nuestra vida nunca llegará a los 150 años y el dinero también es escaso (lógicamente).

Y a partir de todo lo dicho ¿Qué es la nanoeconomía?. En realidad no es nada, y es mucho, es lo que para mí resulta de una evolución lógica de la palabra economía (macro, micro y nano). Es el estudio de la economía de lo cotidiano, de lo pequeño, más pequeño que la macro, más pequeño que la micro… lo más pequeño.

No es algo inventado y mi curiosidad no es exclusiva.

Si busca en Google “nanoeconomía” no encontraras mucha bibliografía porque la comunidad científica, de origen anglosajón, comenzó a utilizar el concepto “Behavioral Economomic” o “Behavioral Finance” para estudiar la psicología económica y que, traducido al castellano, sonaba fatal: “economía conductual”.

Según lo purista que seas tal vez no aceptes “nanoeconomía” – como animal de compañía – por lo que te propongo una segunda alternativa mucho más académica, como podría ser “economía del comportamiento”. Bien sea el término que propongo, bien sea el otro (de mayor aceptación), te animo a que, a partir de ahora, no sigas pensando que TODA la economía es algo aburrido o alejado de la realidad.

Imagen: William Murphy

(Publicado en la edición de papel de Ultima Hora de Ibiza y Formentera el 22/9/2013)