domingo, 15 de marzo de 2009

¿Vender la vaca?

No tiene sentido volver a recordar el momento que estamos pasando y por eso no vamos a seguir lamiéndonos las heridas. La crisis también es momento de oportunidades, o así deberíamos verlo, y tomar una actitud proactiva que – gracias a Wikipedia – sabemos que es el término acuñado por un neurlólogo y psiquiatra austriaco, que sobrevivió a los campos de concentración nazis, y popularizado por el gurú del management empresarial Stephen R. Covey en su libro “Los siete hábitos de la gente altamante efectiva”, del cual recomiendo su lectura. Proactividad significa control de nuestra conducta vital mediante el desarrollo de acciones creativas y audaces. Ser proactivo es - en definitiva - tomar la iniciativa.

Actuar de forma proactiva es, por ejemplo, ver a nuestra empresa es como una vaca, a la que tenemos que mimar cada día, darle de comer, preocuparnos por que no contraiga enfermedades… ¿y cambio ella que hará? pues como contraprestación nos dará leche cada día.

¿Qué pasaría si un día la vaca dejara de dar leche?... Un día nuestra vaca podría dejar de dar leche y eso no tiene porqué ser culpa del pobre animal sino que podría deberse a cualquier circunstancia. Es decir, no es que tengamos que buscar culpables, pero lo cierto es que… ya no da leche. No es culpa del bicho... sencillamente sus ubres están agotadas.

Si tienes una vaca - lo siento - no podré ayudarte porque no soy veterinario. Si tienes una empresa – eso ya es de mi negociado – se me ocurren algunas cosas que podrías hacer.

Lo primero que tendríamos que hacer es anotar los síntomas en una pizarra (aunque sea mental) ya que la visualización tiene un efecto terapéutico que empezará a ayudarlos. Es fundamental, por este motivo, no perder de vista el primer principio de la tauromaquia que sentencia “los toros se lidian uno a uno puesto que si salen los seis a la vez siempre pierde el torero”.

Debemos averiguar, en primer lugar, el motivo por el que nuestra empresa/vaca se ha secado. No es lo mismo que estemos en dificultades porque la empresa haya dejado de ser rentable (los gastos superan a los ingresos) a que tenga un problema de liquidez (los pagos están superando a los cobros). En el primer caso nos tendremos que analizar la cuenta de pérdidas y ganancias (ventas, ingresos, compras, gastos, salarios, intereses, etc.) para buscar un aumento de ventas o una contención de los gastos; en el segundo tendremos que ir al balance y al presupuesto de tesorería para ver como encontramos financiación o renegociamos plazos de pago.

En segundo lugar debemos seguir las enseñanzas de Hipócrates, al que se le atribuye el gran mérito de ser el padre de la medicina moderna, y que ya hablaba hace dos mil quinientos años de la crisis como un punto, en la progresión de toda enfermedad, en la cual ésta comienza a derrotar al paciente – y por la que morirá – o por el contrario el inicio de un proceso natural que hará que se recupere.

Teniendo en cuenta esto, debemos intentar analizar si realmente nuestro proyecto sigue vivo y por tanto debemos seguir apostando por él o – por el contrario – hemos agotado las ideas, los fondos, los ánimos y tal vez… digo tal vez, deberíamos ir pensando en vender la vaca.

Si finalmente llegamos a la conclusión de que somos incapaces de levantar el vuelo, al menos con los medios de los que disponemos, creo que debemos ser honestos y hacer un último gesto de honradez por nuestra empresa. Un gesto por nosotros y por todos han apostado por nosotros (empleados, clientes, acreedores, entidades financieras, etc.) buscando un comprador antes de que la situación sea irreversible. Las empresa siempre tienen un valor, bien sea por su cartera de clientes, su ubicación, sus empleados, su nombre, etc. y podemos siempre que lo hagamos a tiempo, obtener un precio justo. ¿Qué digo podemos? ¡Debemos!