martes, 16 de diciembre de 2008

¡¡ Es la Calidad, estúpido !!

James Carville, jefe de campaña del expresidente de los Estados Unidos Bill Clinton, colgó un enorme letrero en su cuartel electoral para que nadie perdiera de vista cual era el objetivo princi-pal de su campaña electoral: ¡Es la economía, estúpido!. Los republicanos, con Bush – padre – a la cabeza, no podían entender cómo, después de haber ganado la primera Guerra del Golfo, el electorado miraba para otro lado. Nadie podía entender que los asuntos domésticos, y en mayor medida los económicos ¿tengo trabajo?... ¿tendré trabajo?, ¿puedo comprarme una vivienda?... ¿podré pagarla?, son los que más suelen tenerse en cuenta en el último momento.

La calidad, al igual que la economía, ha pasado largamente desapercibida e históricamente no ha sido más que un valor añadido para los productos o servicios que ofertaba nuestras empresas, pero hace tiempo que se ha convertido en una necesidad.

Los hasta ahora dudosos, porque se obtienen pagando, Premios a la calidad que ostentan algunas empresas está dejando paso a auténticas auditorias internas y certificados que expiden - esta vez si - empresas serias siguiendo las normas fijadas para cada sector.

Cada vez más, a la hora de contratar un producto o servicio, y para evitar sorpresas, comenzamos a interesarnos por empresas Certificadas en Calidad. Pronto va a ser muy habitual, antes hacer cualquier contrato, darnos una vuelta por las Cámaras de Comercio, la Consejería responsable del ramo o las Asociaciones de Empresarios para pedir una lista de empresas comprometidas con la calidad.

Lo creamos o no, incorporar un certificado de calidad será para las empresas como el color o el mando a distancia lo es a la televisión, que ya nadie la concibe sin ambos atributos.

En mi caso, como un estúpido más, he tomado nota y por supuesto, he encargado un cartel para mi despacho.