
La calidad, al igual que la economía, ha pasado largamente desapercibida e históricamente no ha sido más que un valor añadido para los productos o servicios que ofertaba nuestras empresas, pero hace tiempo que se ha convertido en una necesidad.
Los hasta ahora dudosos, porque se obtienen pagando, Premios a la calidad que ostentan algunas empresas está dejando paso a auténticas auditorias internas y certificados que expiden - esta vez si - empresas serias siguiendo las normas fijadas para cada sector.
Cada vez más, a la hora de contratar un producto o servicio, y para evitar sorpresas, comenzamos a interesarnos por empresas Certificadas en Calidad. Pronto va a ser muy habitual, antes hacer cualquier contrato, darnos una vuelta por las Cámaras de Comercio, la Consejería responsable del ramo o las Asociaciones de Empresarios para pedir una lista de empresas comprometidas con la calidad.
Lo creamos o no, incorporar un certificado de calidad será para las empresas como el color o el mando a distancia lo es a la televisión, que ya nadie la concibe sin ambos atributos.
En mi caso, como un estúpido más, he tomado nota y por supuesto, he encargado un cartel para mi despacho.