domingo, 29 de septiembre de 2013

Cómo ser un “Emprendedor 10”

emprendedor 10
Este verano que acabó ha sido tremendamente productivo en lo que se refiere a la creatividad.

Vacaciones, lo que se dice vacaciones, no he hecho. Se han dado una serie de coincidencias que, coincidiendo todas a la vez, han hecho difícil tomarme unas vacaciones. En cambio - como digo - y en contra a la velocidad y bullicio que alcanza la isla, para algunos agosto va más despacio y son momentos propicios para dedicarse a pensar.

Unos de los mejores hallazgos ha sido conocer a Alfonso Alcántara – bueno… a seguir su blog “yoriento.com” – un psicólogo, especialista en emprendimiento y desarrollo profesional.

Sus páginas están llenas de realidad y casos prácticos sobre todo lo relacionado con la creación de empresas y la empleabilidad.

Tiene una entrada a su blog muy buena llamada “Los últimos 10 consejos que vas a leer antes de emprender” y es que para Alcántara “el emprendimiento es como un continuo entre el trabajo por cuenta ajena y el trabajo por cuenta propia”. Con esta afirmación entiendo que se refiere a que nuestra actitud no debería cambiar a la hora de trabajar por cuenta propia o por cuenta ajena. Es posible que la dedicación horaria sea (un poco) distinta, ya se sabe, pero en teoría el interés o la motivación no puede/debe cambiar.

Si quieres emprender emprende. Por este motivo, no se puede estar mareando la perdiz de forma permanente. Los proyectos de nuevas empresas no se pueden masticar de forma indefinida porque corremos el riesgo de que se nos indigesten y que desistamos… aburridos.

El emprendimiento necesita tiempo pero no “todo” nuestro tiempo. La creatividad o la inspiración, como apuntaba al principio, nos puede llegar en cualquier momento, lo importante es mantener la actitud adecuada…

Recientemente lo comenté en varias ocasiones en un curso sobre emprendimiento en el que participé: una actitud emprendedora aumenta nuestra empleabilidad. Si vemos la empresa para la que trabajamos como algo nuestro, poco a poco y sin que nadie se dé cuenta (ni el jefe), nos convertiremos en imprescindibles.

Ya no existe el “trabajo seguro” comenta Alfonso Alcántara y “lo más seguro (actualmente) es arriesgarse”, hoy en día está más difícil aprobar unas buenas oposiciones que emprender y montar un negocio para que nos dé una rentabilidad aceptable.

La inspiración no nos va acompañar toda la vida, por este motivo, empieza… y ya – si eso – en su momento, nos iremos buscando la vida. En el momento cero de cualquier proyecto de empresa es imposible ser consciente de todas las vicisitudes que pueden aparecer en un futuro. Una frase que me gusta mucho es “Hecho, es mejor que perfecto” de jovencísimo padre de Facebook, Mark Zuckerberg.

Lo que tira para atrás a la mayoría de los proyectos es el tema de la financiación. Pero vamos a ver piltrafilla si no eres capaz de convencer a tus padres para que inviertan en tu proyecto cómo vas a convencer a socios o inversores… Por eso, es mucho mejor comenzar con algo “tangible” que la gente pueda ver y tocar, para comenzar a buscar seguidores para tu proyecto. Te aconsejo comenzar con este vídeo (el minuto 3:26 por muchas veces que lo haya visto me sigue emocionando)

Después de todo lo comentado y si te crees tan bueno ¿por qué no emprendes?. Que tu empresa no te paga lo que vales ¿por qué no emprendes?. Que el mercado está jo…o ¿por qué no emprendes y aprovechas que todo está más barato (locales, servicios a empresa, etc.)?

Hay mil formas de probar tu idea con un coste de fracaso más que razonable pero, además, ¿Y si sale bien?

Imagen: Flickr (The Commons)
(Publicado en la edición de papel de Ultima Hora de Ibiza y Formentera el 29/9/2013)

domingo, 22 de septiembre de 2013

¿Nanoeconomía?

nanoeconomia

Si eres habitual de este blog no te amedrentes por los cuatro primeros párrafos, no es un artículo ladrillo aunque se hace necesaria una pequeña introducción. Si tienes prisa pasa directamente a párrafo que empieza por “Pero ahora viene lo bueno…”.

En cualquier curso de economía, ya desde el minuto uno, te explican que vas a estudiar una ciencia que trata de hallar la forma más adecuada de repartir unos recursos, por definición escasos (nada tiene una abundancia infinita) para satisfacer unas necesidades – también por definición – ilimitadas, es decir, siempre queremos más. Incluso la gente buena se siente insatisfecha si, por ejemplo, no consigue hacer todo el bien que desearía (siempre quedan causas a las que apoyar, amigos a los que ayudar y desvalidos a los que socorrer).

Pero la “economía”, así en general, es un concepto muy amplio. Tras una primera introducción siempre aparecen dos de los grandes grupos en los que podríamos dividir la ciencia económica: macroeconomía y microeconomía.

La “macro” estudia el funcionamiento general de la economía en su conjunto. Estudia la economía de los países a partir de sus grandes mercados (bienes y servicios, dinero y trabajo) y se utiliza a nivel político para determinar cuáles pueden ser las mejores acciones a realizar para influir sobre la economía, y es algo que variará en función de los objetivos del gobierno de turno.

La “micro”, en cambio, no se centra en los países sino en comportamiento individual de las personas (familias, consumidores, trabajadores, etc.) y las empresas (productoras, inversoras, etc.). Mediante el estudio de los bienes/servicios producidos y precios a los que se oferta/demanda. Se intenta aproximar el funcionamiento de los mercados.

Pero ahora viene lo bueno, puesto que los estudiantes de economía sienten - algo que también me pasó a mí – tentados a suponer que la realidad se puede simplificar de tal manera que existan soluciones simples a problemas complejos: Si hago esto (como gobierno o como empresario), pasará lo otro y el resultado será este… Falso.

Más tarde o más temprano te das cuenta de que todo lo que te han enseñado, o te están enseñado (si eres más listo que la media… no es mi caso), no son verdades absolutas. ¿Que sirvieron o fueron ciertas en un determinado espacio-tiempo? Vale; ¿qué sirvieron para ganar algún Premio Nobel? De acuerdo; pero que en otro lugar, en otra época, con otros protagonistas o intervinientes, no tiene porqué serlo.

No es necesario que - en palabras del personaje de ficción Sheldon Cooper (The Big Bang Theory) – debamos trasladarnos a un universo paralelo. La teoría económica es eso “teoría” algo difícilmente experimentable y muy difícil de reproducir, “no es posible bañarse dos veces en el mismo río” que dijo Heráclito.

Mi curiosidad sin límites hacía que me sintiera inquieto al estudiar algo que – aparentemente - no servía para nada. Vamos a ver, la física te dice que el agua, en determinadas condiciones de presión atmosférica hierve a 100º. Eso es algo que entiendo y me resulta útil, pero ¿De qué me sirve estudiar los tipos de interés si unas veces se hace subir, otras hacen bajar y nunca sabes qué repercusiones tendrá?. O por ejemplo, porqué la gente está dispuesta a seguir comprando, a seguir pagando un precio superior por un bien que está incrementando su precio (burbuja). ¿Es que estamos locos?

Todo eran preguntas sin respuesta…

No sé si fue cosa del destino, de la casualidad o serendipa, pero el hecho que es que en un momento
de mi vida, buceando en una biblioteca pública, cayó en mis manos un libro titulado “Microeconomía y Conducta” de un autor, hasta la fecha desconocido para mí, llamado Robert H. Frank. A partir de ahí descubrí “la otra economía”. La de las personas, la cotidiana, la del día a día, es un libro de gran rigor matemático pero de una tremenda claridad social: el tiempo, la cantidad, el dinero no son los únicos recursos a tener en cuenta… de repente descubro que hay algo más. En todas nuestras decisiones hay un componente que no siempre es tenido en cuenta, se llama escasez. Toda decisión humana intenta resolver el problema de la escasez. Nuestro tiempo es escaso, el día sólo tiene 24 horas o nuestra vida nunca llegará a los 150 años y el dinero también es escaso (lógicamente).

Y a partir de todo lo dicho ¿Qué es la nanoeconomía?. En realidad no es nada, y es mucho, es lo que para mí resulta de una evolución lógica de la palabra economía (macro, micro y nano). Es el estudio de la economía de lo cotidiano, de lo pequeño, más pequeño que la macro, más pequeño que la micro… lo más pequeño.

No es algo inventado y mi curiosidad no es exclusiva.

Si busca en Google “nanoeconomía” no encontraras mucha bibliografía porque la comunidad científica, de origen anglosajón, comenzó a utilizar el concepto “Behavioral Economomic” o “Behavioral Finance” para estudiar la psicología económica y que, traducido al castellano, sonaba fatal: “economía conductual”.

Según lo purista que seas tal vez no aceptes “nanoeconomía” – como animal de compañía – por lo que te propongo una segunda alternativa mucho más académica, como podría ser “economía del comportamiento”. Bien sea el término que propongo, bien sea el otro (de mayor aceptación), te animo a que, a partir de ahora, no sigas pensando que TODA la economía es algo aburrido o alejado de la realidad.

Imagen: William Murphy

(Publicado en la edición de papel de Ultima Hora de Ibiza y Formentera el 22/9/2013)

lunes, 14 de junio de 2010

Guerra contra los sindicatos


Hace un par de años que leí un libro titulado “La mano invisible del Gobierno” (Editorial Planeta) del periodista económico Emilio J. González (Expansión, La Gaceta de los Negocios, Dinero, Libertad Digital, entre otros medios con los que ha colaborado).

El libro, narrado en clave de historia reciente, trata de la lucha y los juegos de poder entre las oligarquías sociales, económicas y políticas. El nivel de detalle con el que está escrito hace pasar un buen rato pese a que (lástima) en el libro haya buenos y malos, lo que resta objetividad. Con independencia de esto, el libro es tan bueno que tiene fragmentos que te hacen levantar la mirada para pensar.

Hay un apartado que me gusta especialmente y que suelo citar con frecuencia. Hace referencia a la huelga general de 1988 – tema de actualidad – y al enfrentamiento entre los dos grandes sindicatos (UGT y CCOO) y el gobierno de Felipe González.

El periodista comienza reconociendo el respaldo generalizado de los dos sindicatos a los gobiernos, primero de Adolfo Suárez y luego del socialista Felipe González. Firmando, por ejemplo, los Pactos de la Moncloa (1978) con el fin de poner un poco de orden en el panorama económico. Fueron unos pactos que obligaron a ceder a todos: a la UCD en el gobierno, al PSOE – en ese momento en la oposición – y a los sindicatos, por entonces liderados por Marcelino Camacho, en el sindicato comunista, y Nicolás Redondo, en la central sindical socialista. Todos cedieron en beneficio de la consolidación de una frágil e incipiente democracia y pos de una transición tranquila.

En 1982, explica Emilio J. González, con la llegada de los socialistas al poder estos tenían en los sindicatos a sus aliados. Ese apoyo, por ejemplo, ayudó a que el país entrara en el selecto grupo de la CEE (ahora Unión Europea) y a dos hechos fundamentales para la economía española: la privatización de las empresas públicas y la durísima reconversión de la minería y los astilleros de los ochenta. La colaboración entre una “izquierda moderada” y CCOO-UGT contribuyeron sin duda al progreso de nuestra economía. Los intereses generales se estaban poniendo por delante de los intereses individuales o partidistas.

El problema es que la colaboración no fue desinteresada. Ambas centrales sindicales – situación de la que somos herederos en la actualidad - consiguieron una representatividad que no se correspondía con su realidad social. España es un país con baja afiliación sindical y poco compromiso de los trabajadores en la defensa de sus derechos.

Carlos Solchaga, Ministro de Economía y Hacienda de la época (1985-1993), nunca fue del agrado de los sindicatos puesto que pertenecía a la Beautiful People de los socialistas. Los líderes sindicales pensaban que la España del pelotazo – de los Conde y De la Rosa – sólo estaba beneficiando a unos pocos. Nuestro país era – en palabras del propio exministro - “donde uno puede enriquecerse más rápido” pese a que, esa prosperidad y en opinión de los sindicatos, no alcanzaba a todas las capas de la sociedad.

Esa situación acabó por desesperar a las centrales sindicales y desembocó en la más famosa y exitosa huelga general, la de diciembre de 1988 (14-D). Secundada de forma masiva por toda la población, la protesta hizo tomar nota al gobierno de Felipe González y haría virar el rumbo de su política. De todos modos, el más dolido de los Ministros fue Carlos Solchaga. Había sido una bofetada a todo el gobierno pero la sintió como propia. Aquello no iba a quedar así…

El periodista nos recuerda que, tras la vuelta a la legalidad, los sindicatos habían erigido estructuras faraónicas sobre las que apoyaban su representatividad pero que les resultaba imposible financiar con las escuetas aportaciones de sus afiliados. Ello les llevó a crear toda una maraña de asociaciones, fundaciones, cooperativas y demás chiringuitos que les ayudarían a drenar recursos al Estado, a las comunidades autónomas y a los ayuntamientos.

Solchaga vio que justamente ese era su talón de Aquiles. Por este motivo encargó un informe “a medida” a Luis Albentosa, Director General de Política Económica, para averiguar, con el máximo detalle, todas las ayudas directas e indirectas que recibían los sindicatos desde todos los niveles de las administraciones públicas. El resultado – que nunca ha trascendido – fue sencillamente era escandaloso…

Con esa arma de destrucción masiva Solchaga convocó a su despacho del Ministerio a los líderes sindicales. Unos sindicalistas suponían que eran llamados por el Ministro para implorar una tregua. Aunque nada más lejos de la realidad. Tan pronto se sentaron se les plantó sendas copias del informe. “O los sindicatos ponían fin de manera unilateral y sin condiciones a las hostilidades o el informe se filtraría a la prensa, provocando un escándalo sin precedentes” - señala el periodista – obligando a los socialistas a recortar drásticamente las ayudas y subvenciones a los sindicatos.

La victoria de Solchaga fue casi total, porque consiguió vengarse, pero por otro lado aplastó toda futura colaboración entre los socialistas y las centrales sindicales. Un desencuentro que duraría, nada más y nada menos, que hasta la llegada del PP al poder en 1996.

(Publicado en Diario Ultima Hora de Ibiza-Formentera el 13-6-2010)

Ampliación: Ana, una buena amiga me envía la siguiente noticia a raíz de la publicación del artículo "Los sindicatos se suben los salarios y las dietas en plena crisis económica"

domingo, 18 de abril de 2010

Índice de Angustia





Nivel de Estrés Actual: 69,65
Promedio histórico (desde junio-1985): 44,18
 
  • Desempleo :               18,83 %
  • PIBt-1 x (-1) :              4 %
  • 100 – GUCP :            (100 – 69,9) = 30,12 %
  • IPC :                           0,8 %
  • Déficit B.Pagos:         4,7 %
  • Déficit AAPP :           11,2 %
Actualizado al 31 de marzo de 2010
 
Metodología:

El objetivo no se más que una simplificación de lo que ocurre en la economía ya que el Índice de Angustia no utiliza más que un puñado de estadísticas. Los indicadores estadísticos utilizados se han escogido porque son los que se utilizan en la versión del Distress Index original, publicado por la Foundation for Economic Education (FEE) para EEUU, y porque asimismo son los que gozan de mayor aceptación por la comunidad científica. Todos los datos se obtienen de fuentes estadísticas oficiales.

Se ha intentado respetar al máximo la equivalencia con los datos utilizados por la FEE. Pese a ello, se ha decidido no utilizar el “Household Financial Obligations as a percent of Disposable Personal Income” (FODSP), que sería equivalente al “Pagos por deudas en relación con la Renta Bruta Disponible (RBD)” español, porque hace poco tiempo que se publica y se hace con bastante retraso. En su lugar – aunque no sean equivalentes - se ha considerado un buen sustituto, y también ampliamente aceptado, la “capacidad (+) o necesidad (-) de financiación de las AAPP en relación con el PIB”, lo que se conoce como déficit-superávit público o saldo presupuestario.

También se ha incluido en el índice para España el “Saldo de la Balanza de Pagos por Cuenta Corriente en relación con el PIB”, puesto que es uno de los problemas actuales más acuciante de la economía española y con importantes repercusiones.

ESTADÍSTICAS INCLUIDAS:
  • Desempleo: Es la medida de paro en relación con la población activa. FUENTE: Encuesta de Población Activa (INE).
  • Producto Interior Bruto: El PIB es el valor de mercado de todos los bienes y servicios finales producidos en un área geográfica concreta durante un período de tiempo determinado. Es la medida más ampliamente utilizada para indicar la “salud” de una economía. Para determinar el Índice de Estrés se resta la variación porcentual positiva del PIB del período anterior, o se suma si ha sido negativa. FUENTE: Contabilidad Nacional Trimestral de España (INE).
  • Grado de Utilización de la Capacidad Productiva (UCP): es un indicador coyuntural que mide la evolución trimestral de la utilización de la capacidad productiva instalada de la industria. El Índice de Estrés utiliza el dato que resulta de restar a 100 a la UCP del período. Así, por ejemplo, si la UCP es del 70 por ciento, tenemos que añadir un treinta por ciento a nuestro índice como medida de la capacidad ociosa. FUENTE: Banco de España (Cuadro 3.6).
  • Índice de Precios al Consumo: El es una medida estadística de la evolución de los precios de los bienes y servicios que consume la población residente en viviendas familiares en España. FUENTE: Índice de precios al consumo (INE).
  • Balanza de Pagos: Los saldos de los distintos componentes de la balanza de pagos aportan información acerca de la situación de un país con respecto al exterior. Cuando un país compra más de lo que vende tiene que financiar la diferencia con préstamos; por el contrario, si vende más de lo que compra, puede prestar a otros con el excedente generado. Para determinar el Índice de Estrés se resta la variación porcentual positiva del último período o se suma si ha sido negativa. FUENTE: Funcas
  • Saldo presupuestario: Es la Capacidad(+) o necesidad(-) de financiación de la Administraciones públicas en porcentaje sobre el PIB. El concepto de déficit fiscal describe la situación en la cual los gastos realizados por el Estado u otras entidades públicas en un determinado período, normalmente un año, superan a sus ingresos. Cuando se habla de déficit público se está haciendo referencia al déficit del conjunto de las administraciones públicas de un país (el Estado, las Comunidades Autónomas y los Ayuntamientos), siendo el déficit público la suma de todas ellas. Para determinar el Índice de Estrés se resta la variación porcentual positiva del último período o se suma si ha sido negativa. FUENTE: Funcas
Señala el FEE, en el índice original, que es importante destacar que las estadísticas nunca pueden representar lo que lo que está sucediendo en la economía real, que es mucho más. Las estadísticas son simplemente una abstracción de la realidad y, como tales, algo imperfecto. Sin embargo, este índice tiene un valor importante por dos razones:
 
  •     En primer lugar, nos da una herramienta para ayudar a interpretar lo que los medios de comunicación y el gobierno nos están diciendo acerca de la economía.
  •     En segundo lugar, el FEE espera que el contribuyente tome consciencia de las duras condiciones que se están padeciendo en la actualidad. Esperan, por tanto, que el índice mantenga la presión sobre los responsables políticos y líderes de opinión para que se tomen decisiones para mejorar la economía.

Perspectiva Histórica:
Máximo histórico: 69.65 en diciembre 2009
Mínimo histórico: 30,75 en octubre 2006
Punto más alto durante la presente recesión: 69.65 en diciembre 2009
Promedio 1985-1990: 47,02
Promedio 1991-1995: 55,99
Promedio 1996-2000: 41,05
Promedio 2001-2005: 34,44
Promedio 2006-2010: 41,96
  
Después de un somero análisis histórico sobre el índice podemos ver que los resultados son bastante significativos. El índice muestra una cierta resistencia a romper un suelo que parece tener en 30,0.

El índice es realmente útil para decirnos, no sólo donde hemos estado, sino adónde nos dirigimos con independencia de lo que nos cuenten.
 

martes, 16 de febrero de 2010

Jubilarse a los 50

Todo el mundo - menos los sindicatos - está más o menos de acuerdo en que el actual sistema de pensiones es un fracaso. Es – me atrevería a afirmar – un engaño para la sociedad del estilo de las estafas piramidales. Y que sólo es legal porque el promotor es el Estado y en este caso parece que el fin justifica sus medios puesto que se hace en aras de un objetivo superior llamado “estado del bienestar”.

El sistema mal llamado “de reparto” – léase “de expolio” – sólo se permite a los Estados porque son ellos los que tienen la fuerza. El que hace la ley hace la trampa y “tienen la sartén por el mango” (el “mango” también). Si los planes de pensiones privados hicieran lo mismo ya los habrían cerrado todos.

Gobierno y oposición lo saben. Pero los primeros prefieren mirar para otro lado, porque no están las cosas como para quemar más al personal, en un momento en el que no andan sobrados de popularidad y los otros se ponen de perfil para que el enemigo se siga desgastando.

A estas alturas todo el mundo conoce la diferencia entre ambos sistemas: el “de reparto" consiste en que las aportaciones de los cotizantes actuales van a pagar a los actuales jubilados del sistema; el “de capitalización consiste en que cada uno va haciendo su propia pensión, crea su propia bolsa de dinero y, cuando decide retirarse, lo convierte en una renta durante los años que se estiman de esperanza de vida.

No es de recibo que tengamos que pagar la pensión de nuestros padres, cuando su dinero se ha dilapidado pagando la pensión de otros, y que nuestros hijos tengan que pagar la nuestra. Ojo al dato porque luego vuelvo sobre este asunto.

El dinero que recibe en la actualidad un pensionista no depende de su propio esfuerzo, sino de criterios políticos que en un momento dado pueden estar alineados con ellos, y en contra de los paganos, y en otro, de forma arbitraria, sumirlos en la indigencia.

El Pacto de Toledo no es más que un “es-mejor-que-no-digamos-nada-no-vaya-a-ser-que-la-gente-se-cabree”. Bajo un pacto de silencio los partidos políticos acuerdan no utilizar las pensiones con fines electoralistas porque hablara quien hablara destaparía el fraude. De este modo, no sabemos qué opina ningún partido y nadie hace propuestas ¿tan mal estamos?.

UGT y CCOO ya anuncian que se manifestarán el 23-F contra la reforma de las pensiones actos y mas actos, hasta el 6 de marzo en todo el país, para defender el sistema de pensiones porque “es la entidad más solvente de España” (sic).

No será tan solvente cuando todo el mundo dice – por lo bajini – que "algo se tiene que hacer".

Un sistema en el que cada uno fuese acumulando su aportación – a la que se podría detraer un pequeño porcentaje solidario – se recuperaría junto con los rendimientos generados durante toda la vida laboral. De este modo, el trabajador podría decidir el qué, el cómo y el cuando de su propia pensión.

Más del setenta por ciento de los españoles reconocen que ahorrar para la su jubilación es “muy importante” y casi el cuarenta por ciento piensa que con la pensión de la Seguridad Social no va a tener suficiente para vivir como cuando estaba en activo pero, y ahí está la paradoja, solo un uno de cada tres está ahorrando de forma decidida para paliar tal situación (Fuente: El País).

Y es que, en el fondo somos idiotas (si, si, i-dio-tas). Cuando se nos deja pensar por nosotros mismos, cuando podemos tomar el control, nos comportamos como auténticos analfabetos financieros ya que, de los cuatro millones de trabajadores autónomos que hay en España la mayoría sólo cotiza por la base mínima, dejando su indemnización por incapacidad temporal o permanente, o su pensión en el grave riesgo de que sea insuficiente. Si al menos se complementara con alguna cobertura privada, pues pase, pero es que tampoco en la mayoría de los casos.

Pues mira, ni el Estado ni nadie debería decirnos cuando tenemos que jubilarnos. Es hurtar a los ciudadanos la posibilidad de razonar acerca de jubilarse a una edad diferente. Rasgarse las vestiduras por que se retrasa la edad oficial dos años, es no pensar que es posible la jubilación a los setenta o los cincuenta. Si los cincuenta mil euros que te has gastado en el todoterreno, o que has invertido de más en compra de tu nueva casa, lo hubieras invertido en un plan de pensiones o un fondo de inversión, de esos que invierten en bolsa – con una rentabilidad que históricamente se ha demostrado superior al 10% - a los sesenta y cinco tendrías medio millón de euros, una estupenda pensión que no te haría ser una carga para tus hijos, ahí es nada…

(Artículo publicado en Ultima Hora Ibiza y Formentera)

lunes, 26 de octubre de 2009

Yo soy yo y mis paradigmas

Hay recuerdos que no se recuerdan, o que no se recuerdan con exactitud desde qué momento se recuerdan. No hay una fecha cierta, no hay un suceso concreto, sencillamente tenemos la sensación de que siempre han estado ahí.


Los libros de autoayuda lo atribuyen a los “paradigmas” (en inglés: paradigm). Esos libros están llenos de páginas con alusiones a ellos y, en definitiva, es un término que adoran. No así la Real Academia Española de la lengua (RAE) que todavía no ha reconocido la acepción que señalo y supongo que para los puristas, los que la utilizamos frecuentemente, estamos haciendo una incorrecta traducción del inglés y/o pateando al castellano.


En cualquier caso, el término se usa – fuente: Wikipedia – para “describir el conjunto de experiencias, creencias y valores que afectan la forma en que un individuo percibe la realidad y la forma en que responde a esa percepción”, por lo que – entiendo – podríamos hacer una traducción incompleta del término y utilizar la palabra “creencias”… aunque, en mi caso, seguiré con mis “paradigmas”.


Como decía al principio, hay recuerdos a los que no puedo poner una fecha o una imagen. Son así porque – aparentemente – siempre han sido así y los defiendes a capa y espada.


De este modo, por ejemplo, no recuerdo porqué o desde cuando soy del Barça. A mis padres no les gusta el fútbol, no tengo hermanos mayores – sólo dos hermanas menores no especialmente aficionadas – por lo que no consigo recordar ¿Desde cuándo me preocupa lo que le suceda a once chavales vestidos de azul y grana, que corren sobre un campo de césped detrás de un balón?.


Algo muy similar a lo que sucedía con mis inclinaciones por la izquierda política. Reconozco – sin ningún pudor - que cuando era joven me sentía un chico de izquierdas. En este caso, creo recordar muy vagamente, que los orígenes pudieran estar en un profesor de matemáticas que tuve con dieciséis años y al que le preguntaba sobre estas cosas. Es lógico por otro lado, he llegado a creer, que cuando se es joven se tiene que ser de izquierdas. Es más, la puñetera izquierda (dicho en sentido afectuoso), sabe venderse muy bien entre los jóvenes.


Captarte cuando eres joven es una excelente estrategia. Las compañías tabaqueras lo descubrieron hace cincuenta años. Mediante una atractiva publicidad que cautivaba a unos influenciables jóvenes y mantenía cautivo a un cliente (adicto) durante el resto de su vida. Para un no fumador como yo, resulta incomprensible que el placer de una calada compense el deterioro físico que produce la nicotina. Pese a ello, respeto profundamente al fumador siempre que ejerza su derecho en libertad (inaceptable para niños, por ejemplo) y sin causar molestias a los demás.


La influencia de los paradigmas tiene sus ventajas pero también tienen sus inconvenientes: Por ejemplo me podría llevar a pensar que soy de izquierdas porque siempre lo he sido y no cabe otra posibilidad. De hecho, todo lo que hago es consecuente con ello: debería leer prensa de izquierdas, ver la tele oficial de la izquierda, escuchar la radio de la izquierda, y si aparece nueva prensa (más) de izquierdas o televisión pasarme a ellas.


Todo ello me llevaría al pensamiento único de que la izquierda es lo “único”. Y se enquistaría, de este modo, mi orientación electoral "¿cómo voy a votar al del bigote?", me dijo una vez una votante de izquierdas.


Uno llega a pensar que su mierda – con perdón – no huele igual que la de la derecha y su corrupción – la de la izquierda - es algo que se tiene que aceptar como inevitable. Algo que me veo en la obligación de comprender porque “la de los otros” es más y peor.


Conforme me fui haciendo mayor, las cosas fueron cambiando. Comencé a suponer que había cosas que no terminaban de funcionar. Que – tal vez – existiera otra forma de hacer las cosas ¿y si realmente no he sido nunca un tío de izquierdas sino que he estado en transición hacia otra cosa?. Comienzas a leer sobre “esas otras cosas”, a profundizar sobre otras cuestiones. Los cimientos de tus paradigmas comienzan a tambalearse, al principio, y a agrietarse más adelante. ¿Y si – cielos – he estado equivocado todos estos años?


Vas de un lado a otro buscando tu nuevo paradigma, porque – eso sí – los paradigmas nos joden más que ayudarnos, pero no podemos vivir sin ellos. ¿Y si, después de tantos años, no soy de izquierdas sino que soy de derechas?... No, no es posible, pero ¿Y si lo soy?.


Y, entonces, te aproximas sin prejuicios hacia tus nuevos paradigma ¿Es posible que me haya convertido en un votante de derechas? y es algo que comienzas a afrontar sin complejos: ¿Qué opino sobre este tema? ¿Qué opino sobre este otro? ¿Qué hacen éstos? ¿Qué hacen los otros?. Vaya lío tuve en la cabeza hasta que descubrí que tampoco era de derechas.


(Publicado el domingo 25 de octubre de 2009 en Ultima Hora de Ibiza)

domingo, 18 de octubre de 2009

Groupthink o Pensamiento de Grupo


Pensamiento grupal o de grupo (groupthink, en inglés) es un término atribuido al psicólogo norteamericano Irving Janis (1918-1990) que “inventó” a principios de los setenta para describir una patología que se presenta en el seno del trabajo en grupo, las organizaciones o (des)organizaciones como más adelante intentaré explicar.

La colaboración y el trabajo en grupo generalmente sirven para sumar más que para restar, para complementar y para hacer que dos más dos sumen más de cuatro. En determinadas ocasiones y entornos, que han podido ser identificados, los grupos se ven afectado por el mal al que me estoy refiriendo.

El pensamiento de grupo se manifiesta en un intento individual, de los miembros de un grupo determinado, de adecuar su opinión a la que creen que será mejor aceptada por el resto del grupo. Inconscientemente se deja de pensar por uno mismo y, dado el – que podríamos considerar - legítimo interés por ser aceptado, se intentan maximizar los temas de consenso y minimizar u ocultar los discrepantes. Buscas el reconocimiento del grupo y ya no piensas por ti mismo. Observas hacia donde se dirige la multitud – en ocasiones manada – y sencillamente… te pones a la cabeza.

El pensamiento grupal no sería grave si, en muchas ocasiones, como grupo no se tomaran decisiones que individualmente nunca se hubieran tomado (te recomiendo buscar información en Internet sobre lo que se conoce como “Paradoja de Abilene”).

Janis definió el término como “un sistema de pensamiento que adoptan personas, muy involucradas en un grupo cohesivo, en el que se dirigen los esfuerzos individuales hacia la unanimidad… en lugar de la valoración realista de alternativas” ¿Te suena?.

Se piensa que el término Groupthink podría tener su origen en la “neolengua” o “nuevalengua” (newspeak, en su versión inglesa) de la conocida obra de George Orwell “Mil novecientos ochenta y cuatro” publicada en 1949 – a la que tengo especial cariño porque casualmente leí por primera vez, a recomendación de un profesor, justamente en 1984 – y en la que se hace referencia a términos como “doblepensar” para señalar la habilidad de mantener en la cabeza dos pensamientos contradictorios, uno realista y opuesto a la doctrina del Partido, y otro moldeado y de acuerdo con éste, por tanto la forma de actuar, el comportamiento y el propio pensamiento es congruente con lo que dictamina el Partido; “buensexo” (goodsex) que significa castidad; o “bienpensadamente” (goodthinkwise) que significa pensar según lo que se considera correcto. ¿Acaso el lenguaje “políticamente correcto” no es un poco eso?. Aceptar como correcto algo sobre lo que no es posible discrepar y que los Gobiernos suelen introducir, vía medios de comunicación afines, con el fin de moldearnos en beneficio propio.

Es lógico que en el mejor de los casos seamos súbditos – que no ciudadanos – de un despotismo ilustrado, más propio del XVIII que del XXI, en el que se impone un “todo para el pueblo, pero sin el pueblo”.

En las redes sociales también se presenta el pensamiento grupal. En mi opinión son una malla, de estructura aparentemente dispersa, sin un líder aparente, pero en el que su sus miembros están extremadamente bien comunicados, léase SMS, Messenger, Facebook, etc. Y en el que una convocatoria espontánea puede tener efectos inesperados. En estas redes se pueden encontrar líderes mesiánicos que pueden escribir sobre cualquier tema, incluso de lo más absurso e intrascendente, y encontrar un inusitado apoyo, entre acólitos y seguidores, en forma de muestras de adhesión como si - de repente - fuese algo que interesara a todo el mundo.

Una progresión que los investigadores norteamericanos David Ronfeldt y John Arquilla, en su libro “Redes y guerra en red”, señalan que estas estructuras son adoptadas de forma eficaz incluso por organizaciones violentas, y aparentemente descoordinadas: Despliegan sus medios mediante un rápido e inesperado proceso de convergencia hacia el objetivo, que a modo de enjambre - coincidencia organizada o “swarming” en la terminología de Ronfeldt y Arquilla - puede tener efectos devastadores.

Enjambre, pensamiento grupal, violencia… no sé, creo que son cosas que me dan miedo y son asuntos que no pueden ser abordados de forma convencional.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Las dos cajas


En un concurso te ofrecen escoger entre dos cajas: la 1 y la 2.

El presentador te dice que en una caja hay una determinada cantidad de dinero y en la otra hay el doble.

Te dejan elegir una caja al azar - por ejemplo escoges la n1 º - y la puedes abrir: Hay 1.000 euros.

Ahora el presentador te pregunta "¿Quieres cambiar?"

Analizas tus opciones:

1) Si cambio puedo obtener 500 euros (la mitad) o 2.000 euros (el doble).
2) La esperanza matemática, por tanto, es: (500+2000)/2 = 1.250 euros.
3) Luego, me interesa cambiar...

Un momento, es el mismo razonamiento que haríamos si hubiésemos escogido inicialmente la nº 2, por lo que es absurdo que obtengamos la misma ganancia por cambiar de 1 a 2, que de 2 a 1...

No sé. Estoy hecho un lío.


Solución

El razonamiento propuesto es una trampa. Puesto que no hay ningún motivo para suponer que cuando encuentro una cantidad x - en este caso 1.000 euros - en una de las cajas la probabilidad de que la otra caja tenga el doble o la mitad es la misma. Sólo porque no tenga suficiente información sobre la forma en que se han repartido las cajas no puedo deducir que la probabilidad sea la misma.

Si uno quiere hacer un razonamiento correcto usando la teoría de probabilidades, debe al menos suponer inicialmente que las cajas se reparten siguiendo alguna distribución de probabilidad, y a partir de eso calcular la probabilidad de que una caja tenga 2x (2.000 euros) si la otra tiene x (1.000 euros).

Si uno hace esto, ocurre que no existe ninguna distribución de probabilidad tal que, sabiendo que una caja tiene una cantidad x, la probabilidad de que la otra tenga x/2 o 2x sea siempre 1/2. Nadie dice que el dinero se vaya a repartir de este modo, al estar las cifras - premios - repartidos desde el principio.

Tal vez parte de la confusión de la paradoja está en que la probabilidad de elegir la caja que tiene menos dinero es efectivamente 1/2, al igual que la probabilidad de elegir la que tiene más dinero, al menos si el concursante elige al azar sin nada que distinga una caja de otra.

Por tanto, cuando abrimos una caja y encontramos un premio de 1.000 euros, y no nos dan más información, no va a ser posible suponer ninguna distribución de probabilidades sobre la otra caja: que haya 500 euros o 2.000.

Es decir sólo si nos dicen que el montante de las dos cajas es de 1.500 (1.000 + 500) o 3.000 (1.000 + 2.000) podremos calcular en este caso con un 100 % de certeza el importe de la otra caja.

En caso contrario conocer el premio de una caja no puede alterar nuestra decisión y la probabilidad de acabar en el premio grande o pequeño es – exactamente – del 50%.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Síndrome de Diógenes documental

Este mes ha sido mi cumpleaños y conforme vas haciéndote mayor los regalos se reducen en cantidad y aumentan en calidad.

Mi buen amigo Carlos, como no podía ser de otra manera, me ha regalado un libro. Un libro del que me ha hablado en muchas ocasiones. Un libro en el que me ve - se ve - reflejado en uno de sus pasajes.

La situación que relata el libro hace referencia a una patología que padecemos Carlos y yo: el Síndrome de Diógenes Documental (SDD). Estoy seguro que no está catalogado por la ciencia pero eso no quiere decir que no exista. Somos muchos los que la padecemos. Se manifiesta de muchas maneras: una acumulación de cualquier texto, pdf, artículo de revista, etc. que cae en tus manos; tienes varias ediciones del mismo libro (por aquello de que incluye el texto actualizado); lees todo lo que cae en tus manos; cuando viajas fuera de tu ciudad te informas de los mejores sitos para pillar (grandes supermercados de libros - tipo Fnac - especializadas - tipo La Casa del Libro o la librería Bosch en Barcelona - y/o pequeñas butiques bibliográficas); cuando sales al extranjero te compras libros en versión original pero que ya los tienes en español; etc.

El SDD se manifiesta de muchas maneras. Este verano he ido de vacaciones a Nueva York. Hacía tiempo que quería ir, no sólo por el shopping sino porque soy de los que piensa que, al igual que un musulmán tiene que ir por lo menos una vez a La Meca en peregrinación, un economista tiene que ir - por lo menos - una vez al Distrito Financiero de Manhattan.

Muchas eran las ganas de ir y el SDD se manifestó con toda su crudeza: No era un turista cualquiera, puesto que no llevé una guía de viaje... sino tres. Una me la compré hace tres o cuatro años, cuando me di cuenta que tenía que ir a NY y aproveché que se compraba a precio reducido con no recuerdo que periódico; la segunda era una guía de viaje del año pasado, cuando unos amigos estuvieron (con comentario fruto de la experiencia de haber en otras ocasiones); y finalmente la del Trotamundos (Edición 2009) que tuve la necesidad de comprar.

Cuando me di cuenta de que viajaba con tres guías fui consciente de que tenía que ir a terapia :-)

Cual fue mi sorpresa cuando una amiga que viaja esta semana me preguntó "¿Tienes una guía de NY para dejarme...?". ¡Cielos! Pensé, hay gente que puede viajar "sin ninguna guía".

Lee el extracto - ligeramente adaptado - que adjunto y luego me cuentas:

"Has visto en un periódico que había salido "Si una noche de invierno un viajero", nuevo libro de Italo Calvino, que no publicaba hacía varios años. Has pasado por la librería y has comprado el volumen. Has hecho bien.

Ya en el escaparate de la librería localizaste la portada con el título que buscabas. Siguiendo esa huella visual te abriste paso en la tienda a través de la tupida barrera de los Libros-que-no-has-leído que te miraban ceñudos desde mostradores y estanterías tratándote de intimidarte. Pero tú sabes que no debes dejarte acoquinar, que entre ellos se despliegan hectáreas y hectáreas de los Libros-que-puedes-prescindir-de-leer, de los Libros-hechos-para-otros-usos-que-la-lectura, de los Libros-ya-leídos-sin-necesidad-siquiera-de-abrirlos-pues-pertenecen-a-la-categoría-de-lo-ya-leído-antes-aun-de-haber-sido-escrito. Y así superas el primer cinturón de baluartes y te cae encima la infantería de los Libros-que-si-tuvieras-más-vidas-que-vivir-ciertamente-los-leerías-también-de-buen-grado-pero-por-desgracia-los-días-que-tienes-que-vivir-son-los-que-son. Con rápido movimiento saltas sobre ellos y caes entre las falanges de los Libros-que-tienes-intención-de-leer-aunque-antes-deberías-leer-otros, de los Libros-demasiado-caros-que-podrías-esperar-a-comprarlos-cuando-los-revendan-a-mitad-de-precio, de los Libros-ídem-de-ídem-cuando-los reediten-en-bolsillo, de los Libros-que-podrías-pedirle-a-alguien-que-te-preste, de los Libros-que-todos-han-leído-y-es-casi-como-si-los-hubieras-leído-también-tú. Eludiendo estos asaltos, llegas bajo las torres del fortín, donde ofrecen resistencia:

- Los Libros-que-hace-mucho-tiempo-tienes-programado-leer.
- Los libros-que-buscabas-desde-hace-años-sin-encontrarlos.
- Los Libros-que-se-refieren-a-algo-que-te-interesa-en-este-momento.
- Los Libros-que-quieres-tener-al-alcance-de-tu-mano-por-si-acaso.
- Los Libros-que-podrías-apartar-para-leerlos-a-lo-mejor-este-verano.
- Los Libros-que-te-faltan-para-colocarlos-junto-a-otros-libros-en-tu-estantería.
- Los Libros-que-te-inspiran-una-curiosidad-repentina-frenética--no-claramente-justificable.

Hete aquí que te ha sido posible reducir el número ilimitado de fuerzas en presencia a un conjunto muy grande, si, pero en cualquier caso calculable número finito, aunque este relativo alivio se vea acechado por las emboscadas de los Libros-leídos-hace-tanto-tiempo-que-sería-hora-de-releerlos y de lo Libros-que-has-fingido-siempre-haber-leído-mientras-que-ya-sería-hora-de-que-te-decidieras-a-leerlos-de-veras.

Te liberas con rápidos zigzags y penetras de un salto en la ciudadela de las Novedades-cuyo-autor-o-tema-te-atrae. También en el interior d esta fortaleza puedes practicar brechas entre las escuadras de los defensores dividiéndolas en Novedades-de-autores-o-temas-no-nuevos (para ti o en absoluto) y Novedades-de-autores-o-temas-completamente-desconocidos (al menos para ti) y definir la atracción que sobre ti ejercen basándote en tus deseos y necesidades de nuevo y de no nuevo (de lo nuevo que buscas en lo no nuevo y de lo no nuevo que buscas en lo nuevo).

Todo esto para decir que, recorridos rápidamente con la mirada los títulos de los volúmenes expuesto en las librería, has caminado tus pasos hacía una pila de "Si una noche de invierno un viajero" con la tinta fresca, has agarrado un ejemplar y lo has llevado a la caja para que se estableciera tu derecho de propiedad sobre él.

Has echado aún un vistazo extraviado a los libros de alrededor (o mejor dicho, eran los libros los que te miraban con el aire extraviado de los perros que desde las jaulas de la perrera municipal ven a un ex compañero alejarse tras la correa del amo venido a rescatarlo) y has salido."

Título: "Si una noche de invierno un viajero"
Autor: Italo Calvino

domingo, 13 de septiembre de 2009

El ITP y la burbuja inmobiliaria

Mi actividad profesional me ha mantenido ocupado los últimos dos meses. No es del todo cierto porque también he estado de vacaciones en Nueva York (aunque más que vacaciones ha sido un peregrinaje: todos los economistas tenemos que ir, por lo menos una vez en la vida, a NYC.

No haber blogueado no significa que me hubiese abandonado. Detrás de cada artículo, de cada noticia, veía la entradilla de un post. Eso es lo que me ha permitido no obsesionarme con el apagón temporal en los blogs que mantengo abiertos.

En mi opinión, que te corra sangre bloguera por las venas es lo que te convierte en bloguer, con independencia de la mayor o menor proliferación de "entradas" (aunque eso es lo que mantiene el feed-back con tu amigos de la nube)

Hace mucho tiempo que vengo dándole vueltas al dichoso Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales. Sí, ya sé, puede ser algo freaky pero ¿qué le voy a hacer? está el que se preocupa por la última intervención de tendón rotuliano del delantero centro del equipo de sus amores y yo, que me entretengo con los impuestos.

El “Impuestos sobre Transmisiones Patrimoniales” (ITP) - y “Actos Jurídicos Documentados” (AJD) – no es un impuesto desconocido para la mayoría de los ciudadanos y menos aún para todo aquel que se ha comprado una vivienda de segunda mano alguna vez.
Si no terminas de ubicarte, sólo tienes que recordar el pastón que tuviste que pagar en el momento de la compra de tu vivienda. Sólo tienes que ser consciente de que es el segundo mayor importe que se paga si la vivienda es de segunda mano, siendo - lógicamente - el propio precio de la vivienda el primero.
“Por su modelo lo conoceréis” y, aunque no recuerdo si la cita bíblica es exactamente así, es al que llamamos “seiscientos”.

El ITP, o seiscientos, supone un siete por ciento del precio de la vivienda y es una fortuna lo mires como lo mires. Tal vez un siete por ciento no fuera mucho dinero en el momento en el que se pare el impuesto, allá por los ochenta – inicialmente un seis por ciento – y dentro de toda la codificación fiscal que da origen a nuestro sistema tributario más moderno (En la actualidad, además, es del siete por ciento desde hace bastantes años en todas las comunidades autónomas).
La situación ha ido cambiando - como digo - desde su invención a finales de los setenta y principio de los ochenta hasta la actualidad. En esas fechas, la memoria histórica del legislador evocaba inflaciones del quince, veinte y hasta el veinticinco por ciento (ver gráfico) y ciertamente, un seis/siete por ciento no era mucho en esa época.


Dicho razonamiento ya no seguía siendo válido en septiembre de 1993, fecha de la que se refunden el texto inicial y del que data el vigente, puesto que ya nos habíamos acostumbrado a tasas de inflación más modestas (en torno al cinco por ciento). Y dicha diferencia no es baladí.

Con una inflación del dieciocho por ciento anual un impuesto del seis por ciento es absorbido por el precio del inmueble en cuatro meses. Ese sobreprecio, soportado inicialmente en forma de impuesto, será insignificante en unos pocos años

Si hoy - por ejemplo - tuviésemos una inflación del seis/siete por ciento y me comprase una vivienda de segunda mano por cien, necesitaría todo un año para poder venderla si quiero recuperar los impuestos pagados (eso sin contara notarios, registradores y otras pirañas inmobiliarias).

Pero, si con inflaciones del seis-siete por ciento tengo que esperarme un año, con tasas del dos o tres por ciento tengo que esperarme dos o tres años; ahora bien, con inflaciones del uno por ciento - o negativas - tengo que esperar seis o siete años… para poder vender sin perder - desgraciadamente - el coste de los impuestos pagados.

Se hablar de la burbuja inmobiliaria y nadie mira que un ITP del siete por ciento también podría ser culpable. Todo el mundo señala hacia los sospechosos habituales como culpables de hinchar - y de reventar - la burbuja inmobiliaria. Ciertamente podrían ser los culplables porque aún no he encontrado estudios que cuantifiquen la cooperación necesaria del dichoso impuesto por lo que, me temo, se va a ir de rositas.

Me gustaría que alguien pudiera cuantificar cuanta rigidez laboral genera a las familias que se plantean un cambio de residencia este peaje tributario. La gente no puede cambiar de ciudad porque, en muchos casos, ese cambio de vivienda habitual le va a suponer el salario de casi un año ¿Acaso los líderes sindicales no se lo pueden decir a ZP en lugar de coaccionarle para que reinvente el PER?

Así mismo, las Comunidades Autónomas (CCAA) – TODAS... las de derecha y las de izquierda - se han acostumbrado a miran para orto lado. Para algunas ha sido la parte del león de su recaudación. Ahora bien esas mismas, afortunadas antaño y embelesadas con el clin-clin de la caja registradora cada vez que un inmueble cambiaba de manos, ahora lloran su ausencia con caídas del cincuenta por ciento de la recaudación.

El argumento que utilizan en las Consejerías de Haciendas de las CCAA – y sus respectivas Agencias Tributarias - es falaz y sólo apto para convencerte si eres un verdadero "pagafantas": “Cobramos el siete por ciento porque es el mismo tipo que el IVA y no podemos hacer diferencias”.



Menuda cara más dura que tienen. Cuando una vivienda tiene que pagar TPO es porque ya pagó en su momento el IVA por todo el valor añadido en su construcción. Gravar otra vez la transmisión porque la vivienda ahora vale más, es como cobrar dos veces por lo mismo. Ya sabemos, en cualquier caso, que el denostado sector inmobiliario es el lugar donde abrevan muchos y el pesebre de otros tantos. La vivienda es esa ubre a la que los políticos siempre han podido ordeñar sin excesivo esfuerzo intelectual.

La sinvergonzonería llega al punto de que, en determinados casos y cumpliendo ciertos requisitos, si se es empresario y se puede optar entre pagar IVA al Estado – deducible, y expectante de devolución, claro, (art. 20.2 de la Ley del IVA) – o el ITP a la Comunidad Autónoma – al siete por ciento… y te lo comes – y eliges pagar el segundo, así, como por inspiración divina, algunas CCAA deciden que sólo pagues un ITP el tres, en lugar del siete por ciento.

Y digo yo: “¿A que no es tan difícil cobrar algo menos cuando queréis?”.

lunes, 15 de junio de 2009

Atención prefente


En tu entidad financiera estos últimos meses están en campaña con un producto, que sin ser nuevo, sí se está comercializando con agresividad. De entre su abanico de productos es el producto estrella de entre las estrellas, y es que no hay color en cuanto a rentabilidades prometidas.

Si le preguntas cual es la rentabilidad de los plazos fijos – dejas el dinero y vencido el plazo te lo llevas con los intereses - o de los fondos de inversión monetarios – que invierten en renta fija a corto plazo (menos de dieciocho meses) y dan una rentabilidad parecida a la anterior – se reirán en tu cara, se recostarán sobre el respaldo de su asiento, se girará hacia su pantalla y harán como que piensan. Luego, tras un rato de aparente meditación, se girarán hacia ti y te preguntará “¿Sabes que son las “participaciones preferentes”… tu respuesta, salvo que visites los foros financieros de Internet o leas la prensa salmón, posiblemente será “me suena pero no estoy seguro de que lo conozca”.

A continuación, la conversación se desarrollará de modo que hará que te sientas parte de un acontecimiento histórico planetario (según terminología oficial):

“Pero piltrafilla – serán sus palabras - ¿Cómo es que me preguntas por productos con una rentabilidad del dos o el tres por ciento? Si te puedo ofrecer un producto al siete, ocho o diez por ciento, un poco menos el siguiente año y – quizá - el otro, y que luego te llevas el Euribor más un diferencial del tres por ciento durante el resto de tu vida, y ¿Que el Euribor baja mucho? te garantizamos como mínimo un cuatro por ciento”.

Te recordarán que la emisión es de – no sé, por ejemplo – mil o dos mil millones de euros y que – si quieres – te pueden “guardar algo”.

¿Quién va a decir que no? ¡Sería como quitarle el caramelo a un niño!

Pero realmente ¿Qué son las participaciones preferentes?.

Yo – particularmente – ya desconfiaría del nombre “preferente”. En finanzas, los nombres de los productos no siempre suelen significar lo que el sentido común nos llevaría a pensar. Por ejemplo, si “prime” significa de primera calidad, “subprime” no necesariamente significa (casi) de primera calidad, sino todo lo contrario y aplicado al mercado hipotecario puede querer decir “con escasa solvencia y alto riesgo de impago”.

Pues, si esto es así, porqué íbamos a confiar en algo que llaman “preferente”.

Según la información que consta en la web de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), en el apartado de “información al inversor”, define las participaciones preferentes como las que “conceden a sus titulares una remuneración predeterminada (fija o variable), no acumulativa, condicionada a la obtención de suficientes beneficios distribuibles por parte de la sociedad o el grupo financiero [que las respalda]” y a la hora de cobrar en caso de que pinten bastos (y el banco se vaya al garete) “se sitúan por delante de los accionistas (…) y por detrás de todos los acreedores”.

Lo mejor de todo es que para el banco eres como si fueras un accionista, y a efectos contables casi tienes esa consideración, pero sin serlo, puesto que no tienes ni voz, ni voto, ni derechos políticos, ni eres accionista, ni nada de nada. Vamos, que por no tener – casi – no tienes ni liquidez. Así, por lo menos, unas acciones que cotizan en bolsa y las puedes seguir por Internet, en prensa, o si me apuras por el teletexto de casa, pero las preferentes además de tener escasa liquidez sólo cotizan en un mercado secundario de renta fija llamado AIAF.

Lo mejor que puedes hacer es asegurarte bien antes de meterte en algún lío. De hecho la CNMV ya advierte en su página web sobre estos productos y a algunos emisores, y no hablamos de chiringitos financieros, nos estamos refiriendo a BBVA, Banesto y Santander les obliga a que los eventuales adquirentes firmen expresamente cláusulas como:

“es posible que a medio o incluso a corto plazo esta emisión, alcance un precio en el mercado secundario inferior al precio de emisión lo cual puede suponer una pérdida para los inversores que lo suscriban y quieran posteriormente venderla”, de un folleto de BBVA Capital Finance, S.A.
“Este producto ofrece una rentabilidad sensiblemente inferior (…) atendiendo al riesgo que incorpora, e inferior asimismo a la ofrecida por productos equiparables de otros emisores comparables (…) el valor de mercado de este instrumento sería sensiblemente inferior (alrededor de un 6%) a su valor nominal, por lo que si el suscriptor quisiera vender estos valores en el mercado secundario podría perder una parte significativa de su inversión inicial (…) al no ser un depósito, no goza de ninguna cobertura o garantía por parte del Fondo de Garantía de depósitos” del Banco Español de Crédito, S.A.
O en el caso del Banco Santander, S.A., todo igual que en Banesto pero el valor de mercado es inferior en un 10%.

Por tanto, y para finalizar ¿Qué debemos preguntar?: Primero, que te confirmen que “siempre” vas a cobrar la rentabilidad prometida del 6, 7… 8% y que te digan dónde lo pone; segundo, que te confirmen que cuando vendas tus participaciones vas a recuperar el “nominal” – lo “puesto”, vamos – o que ellos te la recomprarán por ese mismo valor; tercero, que te confirmen que no eres el penúltimo en cobrar en caso de liquidación del banco; y finalmente, que donde dice “deuda perpetua” no quiere decir que te las verás y desearás para salirte – o con importantes pérdidas - si necesitas tu dinero.

Revisión 19/6/2009:

Cuatro entidades permitirán anular las suscripciones de preferentes (en "Cinco Días)
Ojo con los plazos...

Caixa Galicia se suma a las recompras de preferentes pero por la mitad de su valor

¡¡ Haciendo amigos !!

miércoles, 10 de junio de 2009

El mito de la caverna y Matrix

Relacionado con mi último Post, he encontrado una recreación del mito/alegoría de la caverna de Platón, visto desde la perspectiva Matrix.

Impresiona ver como, hoy en día, algunos tenemos unos puntos de vista que, hace 2.500 años y aunque fuese de la mano de un genio, ya tenían algunos.

Muy posiblemente ni siquiera esté relacionado, el mito de la caverna, Matrix y mi visión de los impuestos... ¿Pero y si lo estuviera?

domingo, 7 de junio de 2009

El día del contribuyente


Posiblemente cuando leas esto ya hayas votado en las últimas elecciones, o pienses hacerlo, pero… “¿A quién has votado?”.

La verdad es que no me importa – es decir sí – bueno no. Vamos, que en realidad es una pregunta retórica a la que no estoy buscando respuesta sino reflexión.

Reitero mi pregunta “¿A quién has votado?” o lo que es más importante ¿Qué es lo que te ha hecho votar a un partido o a otro?: Europa, los escándalos políticos, la corrupción, el paro, la crisis…

¿Has hecho un voto de castigo global – europeo - sobre la base de un descontento local – español – o muy local – comunidad o municipio - porque el Alcalde no cambia las farolas de tu calle, que se están cayendo?

¿O tal vez has sido consecuente con el motivo de la contienda y has pensado como europeo y, tras los debates televisivos, has decidido tu voto?

¿Acaso siempre votas a los mismos porque eres de izquierdas o de derechas?

Estoy seguro de que en el momento de analizar el sentido de tu voto, detrás de esa lista imaginaria de pros y contras, los impuestos no aparecen entre tus diez principales inquietudes. Es lógico que así sea porque es un tema que unos y otros esconden del debate. En ocasiones aparecen enfrentamientos sobre temas impositivos, pero como en el mito de la caverna de Platón, sólo sirven para ocultarnos la realidad.

En el mito (alegoría) de la caverna Platón nos muestra como unos hombres, encadenados y si poder mirar hacia atrás, sólo pueden ver las sobras de unos objetos que son proyectadas al fondo de la caverna y, como no conocen otra cosa, consideran que no existe otra realidad que la que están viendo. Uno de esos hombres es liberado, le muestran la hoguera, los objetos que estaba viendo proyectados y se le demuestra que existe “otra verdad”. Una vez que es consciente de esa nueva situación, es obligado a caminar hacia fuera de la caverna y para que sea consciente de esa realidad. El hombre es obligado a mirar directamente al sol – metáfora del “Bien” – y es enviado de nuevo la caverna para que intente explicar al resto de sus compañeros de cautividad la existencia de esa “nueva realidad”.

Ya te puedes imaginar como acaba la historia, cuando el hombre cuenta lo que ha visto ahí fuera es motivo de burla de todo el mundo, porque piensan que sus ojos se han dañado al ver la claridad del sol. Esto me hace pensar: ¿Acaso nuestra ignorancia no es fruto de nuestra propias ganas de “no saber”? ¿Acaso no aceptamos ser tratados como incapaces? ¿Acaso no dejamos que abusen?.

Todo el que tiene la oportunidad de engañarlos la aprovecha. El administrador de fincas de mi comunidad de propietarios, por ejemplo, hace lo mismo que los Gobiernos (Estatal, autonómico o local) escondiendo el debate de los presupuestos. Mi administrador de fincas propone aprobar el presupuesto del año anterior, y la nueva cuota para el presente, como primer punto del orden del día. Una vez está aprobada su gestión, y ya tienen garantizados los fondos para el año en curso, deja que los propietarios se despellejen con el resto de los asuntos. Pero lo primero es lo primero.

En política se hace lo mismo. El debate sobre impuestos es un debate que suele esconderse. De hecho los estrategas de las distintas Haciendas son especialmente hábiles para hacerte pagar “sin dolor”. Las Retenciones a cuenta – tienen un doble objetivo: chivateo del retenedor y “te cobro por adelantado y luego ya haremos cuentas” del Gobierno – de modo que, por ejemplo, la campaña de declaraciones de la renta se convierte en una feria en la que siempre toca, si no un pito una pelota, y al 80% de los contribuyentes les sale a devolver ¿Devolver? ¿Me puedes explicar que has hecho todos estos meses con mi dinero?.

También en este trilerismo fiscal podríamos denunciar la creación de deducciones para contribuyentes de rentas más bajas… cuando son los que no están obligados a presentar la declaración ¿dónde está ahí la deducción?.

No es habitual que alguien nos dé a escoger entre las sombras y la realidad. Además, cuado alguien nos dice que hay vida más allá de la caverna no le hacemos ni caso o directamente pensamos que está loco: “¿Preguntar qué se hace con mis impuestos? ¿Estás loco?... eso no lo hace nadie”.

El think tank (laboratorio de ideas) Institución Futuro – www.ifuturo.org – tiene un sitio en Internet que, mediante una serie de sencillas preguntas (sueldo, ahorro personal, hábitos, consumo, etc.), determina los días que trabajas para las distintas Haciendas:
De este modo un empleado por cuenta ajena que ganara 24.000 euros brutos al año y ahorrara unos 1.000 euros al año, acabaría de pagar sus impuestos el día 9 de abril.
¿Sabes cuando dejas de pagar tú?